Alfredo Gracia Vicente
(1910 – 1996)
( a 27 años de su partida )
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Complicidades | Alfredo Gracia Vicente

«Si Monterrey empieza ya a tener una voz propia, si ya canta y pinta la belleza estremecedora de sus montañas, si ya piensa en bienes que no son necesariamente materiales, gran parte de esto se lo debe a don Alfredo, y a su callada y constante tarea. Esto no tengo por que imaginarlo. Lo se a ciencia cierta».

«ROSAURA BARAHONA»
Un Soñador Profesional Colección
«Click»;
*Las Uvas y el viento»  UANL, Prepa. UNO-1986

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Vivid, la vida sigue, los muertos mueren y las sombras pasan; Y lleva quien deja y vive el que ha vivido.
Antonio Machado.
( 1875 – 1939 )
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Canto y Pesar.
Andrés Huerta
a Alfredo Gracia Vicente,
con eterno cariño.

Llenate de mi canto vida
Llenate de mi amor
Llenate de mi soledad también
un día te llagara mi recuerdo
en un pedazo de viento
sacado del olvido
en un ala de cielo estrellado
tal vez sea la lluvia
que coges con tu mano extendida
y en silencio te encuentres
Derrama tu canto pájaro
envuélvete en el sueño en esta soledad
de cantos de amores
y pesares también
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Homenaje.
Por Eligio Coronado en;
15 diario.com
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DE LOS MÚLTIPLES ORÍGENES DE ESTE LIBRO
En La Academia.edu..
Don Alfredo Gracia Vicente, el profe Gracia para quienes lo conocimos de cerca, deja sin duda una huella imborrable en la vida cultural de Monterrey. Pero mas imborrable es aquella que deje en todos los que tuvimos la fortuna de ser tocados por su luz, ya fuera como alumnos, clientes en su librería, artistas y
escritores en busca de una palabra de aliento, o simplemente a quienes la vida nos puso en su camino.Es triste que a casi tres lustros de su muerte, las nuevas generaciones (salvo contadas excepciones) poco o nada sepan de el. Incluso los
grandes críticos que hoy profetizan en nuestra ciudad y que con si se formaron, poco aluden a su persona en sus recuentos sobre la cultura regiomontana. Este libro busca mantener vivo su recuerdo a través de algunas anécdotas que dan cuenta del promotor cultural, del critico de arte, del maestro, pero sobre
todo, del maravilloso ser humano que fue el profe Gracia. De su bondad infinita, de su generosidad y de su moral inquebrantable.
Los textos aquí reunidos tienen múltiples orígenes. Salvo la entrevista realizada por Nora Guzmán en 1986, todos son posteriores a su muerte. Un primer grupo pertenece a un numero especial de la revista El Norestense, editada por
el Consejo Cultural de Nuevo León tras el fallecimiento de don Alfredo en 1996. Bajo la coordinación de Carlos Gómez Flores, entonces presidente de dicho Consejo, se publicaron dos o tres textos del profe Gracia acompañados de numerosos pensamientos o anécdotas de socios y de otros destacados miembros de la comunidad académica y cultural de Monterrey. Algunos escribieron un verso o su sentir ante tan dura perdida. Aquí se lo incluimos aquellos que cuentan anécdotas o describen alguna faceta de la personalidad del profe Gracia. Así mismo, otros textos que ese mismo año fueron publicados en distintos medios como el periódico El Norte y la revista Armas y Letras con motivo de su deceso. Pasaron los años y en agosto del 2002, desde el Consejo para la Cultura y las Artes de Nuevo León, se organizó el Festival Alfredo Gracia Vicente con la  idea de reavivar su memoria con eventos relacionados con sus áreas de interés y con el exilio español en general. Se unieron al mismo numerosas instituciones culturales que desde sus trincheras también le rindieron homenaje con distintas actividades. Entre otras, se realizó una mesa redonda sobre el papel de las librerías en la vida cultural de la ciudad. De aquí surgió otro de los textos,
el de Alfonso Castillo. Gracias a la gestión de Luis Aguilar, el periódico Milenio Diario de Monterrey abrió un espacio para publicar colaboraciones alusivas a don Alfredo, mismas que aparecieron a la par que tenia lugar el mencionado festival. Algunas se encuentran aquí reunidas. A cien años del nacimiento de don Alfredo, como un homenaje de la Universidad a
la que tanto dio, decidimos reunir estas anécdotas así como una pequeña biografía que comencé a esbozar en vida del profe en largas charlas de sobremesa. Gracias a la generosidad y apoyo de Alfredo Gracia Aguilar, su hijo, hemos podido incorporar también algunos textos inéditos y fotografías. Mi agradecimiento a Carlos Gómez Flores y a Luis Aguilar, a Alfredo y su familia,
a Jessica Nieto por sus atinados consejos de edición y a todos aquellos que colaboraron con sus textos. Algunos tampoco nos acompañan ya, pero todos, al igual que don Alfredo, permanecerán en la memoria colectiva a través de estas paginas.
I.O.R.
Veracruz, febrero de 2010
Academia.edu
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Idealista cultural Alfredo Gracia Vicente (Castel de Cabras, Aragón España 1910 – Monterrey 1996) fue un apasionado por las artes y la cultura en la ciudad, quien llegó a México refugiado junto muchos españoles a raíz de la Guerra Civil. Se le recuerda como un promotor de la lectura, al fundar en Monterrey una sucursal de la Librería Cosmos en 1948, a donde se daban cita intelectuales como Alfonso Reyes, Gabriel Zaid, Salvador Novo o su compatriota, el poeta Pedro Garfias. Años más tarde abrió la librería galería Arte y Libros, un espacio para la exposiciones donde coincidieron los pintores Guillermo Ceniceros, Gerardo Cantú o Saskia Juárez. “Fue un idealista para la ciudad porque él le apostaba a algo que era casi una utopía: crear conciencia sobre el arte y la cultura en una ciudad industrial como Monterrey”, resalta Hernández. https:  (milenio./cultura/donaran-acervo-alfredo-gracia-vicente-uanl )

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Obras de Arte en El Colegio Civil..
DE ARTE Y DE LETRAS (I)
Por Alfredo Gracia Vicente
Vinculo; ( uanl.mx )
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Perfil del Critico de Arte.
Por Alfredo Gracia Vicente
( 1910 â 1996 )
Colección «Las Uvas y el Viento»/8
Ediciones de la Escuela Preparatoria No.1
UANL, MTY.N.L. México
1985.
No es mi intención hacer critica. Pido a Ustedes licencia para exponer algunas consideraciones personales sobre este punto: el ejercicio de la critica es también un arte, el arte de ayudar. El critico no debe alejarse ni del artista ni del espectador. El critico que se piense velador de esencias, guardián de cánones o dispensador de certificados de validez estática, incurre en error y
en grave falta de soberbia. La critica no es una vestal del templo del arte. El critico debe ser, ni mas ni menos, una autoridad en arte, próximo al artista, amigo y orientador del publico, atento a la demanda social. Su autoridad procede de sus estudios, de su sensibilidad, de su capacidad interpretativa, de su conocimiento de los problemas del arte y de su aptitud para captar y retener
los innumerables hilos de que dependen las relaciones del producto artístico con los contextos de orden histórico, físico, económico y social que le dan naturaleza. Autoridad que debería conjugar con la humildad que es propia de todo acto de servicio. El critico no es superior al arte, ni al artista, ni al espectador;
es un responsable y valioso elemento que completa el conjunto. La profesión de critico tiene gran afinidad con la de maestro o educador. Cuando un artista teme el juicio de un critico se repite la situación del niño que tiene miedo del maestro. Cuando el publico no entiende al critico, se repite la situación del maestro docto y erudito que no sabe enseñar. (Alfredo Gracia Vicente). 1985
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REFLEXIONES SOBRE EL TIEMPO.
Por Alfredo Gracia Vicente
( 1910 – 1996 )
Colección «Las Uvas y el Viento»/10
Ediciones de la Escuela Preparatoria No.1
UANL, MTY.N.L. México 1986.
O lo que es lo mismo: nuestro tiempo consciente, tiene un fin; nuestro devenir lleva consigo nuestra desaparición de este mundo. Y si es necesario morir con aceptación, también es necesario que vivamos con aceptación, considerando nuestra vida como un goce, como un bien, como una posibilidad de
dicha permanente, como una obra que se ha confiado a nuestra responsabilidad, como un tiempo de belleza, como un tiempo creador en que, si fatalmente sufrimos mutaciones físicas y de todo orden, tenemos la venturosa compensación de cambiar el mundo y la sociedad en beneficio del hombre de nuestra especie
Crear nuestra vida es casi, casi, verle la cara a Dios. Es una función que nos eleva sobre nosotros mismos. Se necesita esta conciencia de LA VIDA COMO CREACIÓN para interesarse en el tiempo. Si el tiempo no es el ANTES- AHORA NI DESPUÉS, vivenciado por el yo, la vida no traspone los limites de la selva.
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Deseo exponer unas cuantas reflexiones acerca del tiempo y del tiempo libre. La primera de estas reflexiones se inicia con una pregunta que me hago a mi mismo: ¿Que estoy haciendo aquí, ademas de cumplir con un compromiso cultural y amistoso? Y sigue la respuesta con que me contesto: sencillamente, estoy usando mi tiempo libre. El tiempo libre de un viejo, mucho mas amplio que el de un joven. Pero no nos adelantemos. ¿Que es el tiempo libre? Voy a contestar esta pregunta, contándoles una anécdota vivida aquí en nuestro Monterrey. Se me
encargó en una ocasión que hiciese la presentación de un pintor cuya obra se iba a exhibir en el palacio de Gobierno, constituido en una especie de galería de honor por la que se pretendía que desfilasen los mas destacados artistas residentes en la Ciudad. Se trataba en la ocasión del arquitecto Antonio Joannidis, excelente profesional y afamado pintor, especialmente diestro en el
retrato. Joannidis, regiomontano por adopción, ha vivido en distintos lugares del planeta, tan alejados entre si como Suiza de Turquía o Alemania de México. Al dar cuenta de sus datos curriculares el maestro Joannidis decía y repetía:
«Estudie esto o lo otro y en mis horas libres me dedicaba al arte».
Y así compuso su esquema horario el arquitecto Joannidis, y quien les habla pudo redactar su presentación presidida por el titulo: Las horas libres de Antonio Joannidis. Estas horas resultaron ser las que de manera mas intensa respondieron al espíritu creativo del maestro, que todavía hoy, encuentra en sus
horas libres, solaz, descanso, identificación consigo mismo y el goce de verse en las obras producidas. El reconocimiento de que existe un tiempo libre supone la aceptación de que existe un tiempo que no lo es, un tiempo dependiente. La palabra tiempo, tanto al que se aplica al que es libre, como al que es dependiente se deriva en ambos casos de un concepto sociológico. El hombre es un ser eminentemente social. Todo individuo, quiéralo o no, esta sujeto a cierta dependencia respecto del grupo a que se pertenece. Existe una concepción tan rotunda como justa que se expresa con estas palabras: «Quien no trabaje, que no coma». Mucho, pero mucho mas antigua es aquella otra sentencia:
«Ganaras el pan con el sudor de tu frente». En uno y otro caso esta clara la obligación que recae sobre todo hombre de ceder una parte de su vida para realizar el trabajo que se le impone como una razón de carácter social, como una justificación de su pertenencia a la colectividad, como el cumplimiento de
una condición reciproca que le permitirá recibir los bienes de la solidaridad de sus prójimos. Invirtiendo la formula, a la existencia del tiempo dependiente corresponde la
existencia del tiempo libre. Entendemos por tal, aquel en que nos dedicamos a actividades voluntarias con objeto de proporcionarnos descanso, diversión, información. Las satisfacciones que a veces nos niega el tiempo dependiente,
las buscamos en el tiempo libre. La gama de actividades que ocupan el tiempo libre es variadisima y mediante ellas se originan formas distintas según el individuo, su inteligencia, su cultura sus preferencias, etc. La mas seductora de estas actividades, casi instintiva, de la que mas placer se espera, es el
juego, en sus mas característicos tipos. Las practicas lúdicas, si bien no son las únicas, impregnan de su esencia a casi todas las otras que se incluyen en el campo del tiempo libre. En ocasiones el juego es la superación de la mecánica de ciertos oficios.
Paralelamente a la idea del tiempo social hemos de contar con el tiempo conceptual. No quisiera complicar la expresión de estas reflexiones ni su sentido simple y directo, pero la voz tiempo me seduce particularmente, pues provoca tantas sugerencias que hablar de ella resulta una fascinante actividad intelectual.
Confieso que me es difícil expresarme en términos que corresponden al campo de la filosofía y si me arriesgo a penetrar en el es porque estoy encariñado con la idea -que yo siento como muy clara- de que el tiempo existe porque el hombre es consciente de su devenir así como las mutaciones a que están sujetos los seres. En virtud de esta conciencia de la dinámica vital, el hombre se apropia de una idea esencial: la de que existe el antes. y como consecuencia, existe el después. Y como filo en que se ve transcurrir, pasar, crecer el antes y suceder el después, esta el ahora: los conceptos de pasado, futuro y presente. Los
tres están incluidos en el tiempo, convertido así en medida del devenir de lo existente. (Proceso del ser, cambio, movimiento progresivo por el que las cosas se hacen o transforman).
Por la conciencia del pasado, tomamos conciencia de que somos y a la vez nos hacemos conscientes de nuestra finitud. Nuestro tiempo es una síntesis del proceso vital humano. Los estados de conciencia que nos permiten advertir el pasado, el presente y el
futuro, nos permiten medir el tiempo, es decir apreciar su duración. Esta medida puede ser subjetiva u objetiva. La medida subjetiva, la que nos hace decir que el tiempo se nos ha hecho corto o largo, por ejemplo, no tiene validez mas que para cada uno de nosotros. Necesitamos una estimación universal,
uniforme, independiente de nuestras impresiones personales, útil para todos: por esa necesidad, hablamos de horas, días, meses, años. Partiendo de estas sencillas ideas llegamos a una teoría que yo encuentro muy sugestiva y que otorga una gran importancia al presente en cuanto generador del pasado. Como quiera que el ayer, el antes, el pasado, es evocado en el presente
por la facultad de la memoria, por nuestra posibilidad de recordar resulta que el hombre mas cumplido ante si mismo y ante la sociedad, sera el que haya creado mas felices ayeres. Por eso he dicho muchas veces entre amigos, que trabajamos para el día de ayer, para los días de ayer. Un presente dichoso depende así de un pasado feliz. De este modo, gracias al recuerdo, palabra verde y jugosa de la que manan sin cesar hilillos de agua fría-esto en el decir de García Lorca- , el ayer penetra en el mañana y se funde en un concepto ideal que crea nuestro tiempo, que nos hace, que nos lleva a sobrevivir en la fama, en la buena memoria, en el recuerdo que dejamos. Inevitablemente acuden aquí aquellos versos de Jorge Manrique en la muerte de su padre, que así dicen:
Y aunque la vida murió
nos deja harto consuelo
su memoria.
Hay teorías pesimistas que se oponen a esta concepción optimista de la vida: el tedio y la angustia dominan la existencia humana, el hombre vive en el absurdo, procede de la nada y se sumerge en un futuro irracional. ¿Que interés puede
tener por algo, por alguien o por todo en general? ¿Que es el tiempo para nosotros sino una servidumbre existencial, vivida en el hastió? Otros conceden al tiempo una realidad objetiva considerándolo como una creación divina en la que nuestras vidas transcurren reguladas por exigencias morales de las que
depende nuestra salvación. No quiero ni puedo profundizar mucho sobre estas cuestiones. Lo fundamental, lo
esencial es que somos y que somos finitos. Esto es algo natural, no tiene nada de terrible, no debe asustar al hombre sensato. Dice Jorge Manrique, en el mismo poema citado: «Y consiento en mi morir con voluntad placentera,clara, pura, que querer hombre vivir cuando Dios quiere que muera es locura.»
O lo que es lo mismo: nuestro tiempo consciente, tiene un fin: nuestro devenir lleva consigo nuestra desaparición de este mundo. Y si es necesario morir con aceptación, también es necesario que vivamos con aceptación, considerando
nuestra vida como un goce, como un bien, como una posibilidad de dicha permanente, como una obra que se ha confiado a nuestra propia responsabilidad, como un tiempo de belleza, como un tiempo creador en que, si fatalmente sufrimos
mutaciones físicas y de todo orden, tenemos, la venturosa compensación de cambiar el mundo y la sociedad en beneficio del hombre, de nuestra especie. La vida es una aventura llena de peripecias interesantes. Realizarla conveniente y felizmente es problema en cuya resolución intervienen factores individuales y
colectivos relacionados con la época, el momento histórico, y el contexto social en que nos desenvolvemos.Crear nuestras vidas es casi,casi, verle la cara a Dios. Es una función que nos
eleva sobre nosotros mismos. Se necesita esta conciencia de La vida como creación para interesarse en el tiempo. Si el tiempo no es el ANTES-AHORA-DESPUES, vivenciado por el yo, la vida no traspone los limites de la selva. Con estas implícitas premisas llegamos fácilmente a lo siguiente: el tiempo es un hecho existencial y un fenómeno social. Como hecho existencial explica nuestro ser; como fenómeno social, nos permite definir nuestra personalidad. En el fenómeno social hablamos de tiempo dependiente o comunitario y de tiempo libre; el primero es el que procede de nuestras obligaciones en la sociedad y por el que proveemos a nuestra subsistencia y participamos en nuestros deberes familiares; el segundo es el que nos pertenece libremente,fuera de nuestras ocupaciones habituales y obligadas. El primero se podría llamar el del trabajo; al segundo se le podría llamar el del ocio. La parcela correspondiente al trabajo es mas fácil de cultivar que la parcela correspondiente al ocio; aquella se trabaja con reglas impuestas por razones de disciplina, productividad y servicio; esta, la del ocio, se cultiva con actividades que se originan de acuerdo con la cultura, la edad, la situación económica, la educación familiar, el medio profesional, el alojamiento, etc.,etc., de los individuos. Seria ideal -y a eso tiende la orientación vocacional- que el tiempo dependiente o comunitario, se emplease en aquello que resultase mas adecuado a la capacidad y aptitudes del individuo; seria ideal que en la educación del trabajador se combatiese la idea de que el trabajo es algo con lo que forzosamente se ha de cumplir; seria ideal que el trabajador aceptase con alegría su deber de realizar el trabajo dependiente: que la ética sublimase el esfuerzo físico.Seria ideal, pero por ahora, es mucho pedir.

En la civilización industrial que vivimos,las ocupaciones especializadas con su inherente monotonía y la división del trabajo y las tareas que implica la racionalización de la producción , han conducido al hombre que trabaja, a una profunda desmoralización. Esta desmoralización , ha sido en parte neutralizada por la reducción de la parcela del trabajo dependiente como consecuencia de la automatización de las tareas. A la reducción de la parcela del trabajo dependiente se corresponde la ampliación de la parcela del ocio. O sea que, a medida que avanzamos en nuestra civilización, aumenta la producción con menos horas de trabajo. Estamos en el umbral de la civilización del ocio. ( 1986 ) .El tiempo libre puede convertirse ( 1986 ) en el fundamento de un nuevo humanismo. Debemos esperar una edad de oro, no porque en ella las cosas vayan a ser de este preciado metal sino porque en ella no se conocería lo tuyo y lo mio». (Permítaseme parafrasear a nuestro inmortal Cervantes ). El Tiempo libre como conciencia solidaria, presenta posibilidades infinitas, imposibles de enumerar, para un desenvolvimiento natural de la especie humana, rica en veneros espirituales todavía inexplorados; el tiempo libre y su organización adecuada pueden producir un nuevo modelo de hombre. Comencé diciendo: aquí estoy, en mi tiempo libre: Perdonen la impertinencia. ¿Que seria de mi y de mi tiempo libre sin la paciente audiencia que ustedes han formado? Me gustaría hacer algunas reflexiones mas sobre el tiempo de la vejez, pero
prefiero dejarlas en el silencio. Salvare una solamente : y es que en los viejos es mas importante la ocupación activa del tiempo libre que en los jóvenes. Los viejos no deben descansar. Y si es posible, deben estar siempre estudiando, aprendiendo, conociendo. Conocer es vivir, dice nuestro Premio Nobel, el poeta Aleixandre. . Perdonen también que nombre a tantos poetas. Es que yo pienso que la poesía es la esencia del conocimiento y que nos lleva al conocimiento de las esencias. La poesía penetra los metales que la ciencia no puede horadar. Así, todavía quiero mencionar a otro poeta, Antonio Machado, y a
un poema suyo muy breve, en el que el poeta casi niega la muerte. Y tiene razón Machado: la muerte no existe, porque el hombre no la ha vivido, no ha tomado ni puede tomar conciencia de ella. Sabe que es finito, sabe que ha de morir, pero no sabe como es la muerte. Pregunten incluso a un medico y verán que difícil le resulta hablar de ella. Pues bien, Machado nos enseña a no temerla; podemos trabajar hasta el fin de nuestros días. Y a los viejos nos toca la dicha de trabajar para los demás en la misma medida en que nuestro futuro se va acortando.El poema dice así:

Daba el reloj las doce y eran doce
golpes de azada en tierra
¡Mi hora! grité. El silencio
me respondía        

No temas;
tu no verás caer la Ultima gota
que en la clepsidra tiembla.
Dormirás muchas horas todavía
sobre la orilla vieja
y encontraras una mañana pura
amarrada tu barca a otra ribera.
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¡PIEDRA DEL TIEMPO!
Por Alfredo Gracia Vicente
Te veo, me asombro y no te escucho.
Eres el gran silencio del mundo. Tu
voz es tu presencia multisecular
y sin limites.
En ti se mira y se mide la especie
de los hombres; en ti saciamos
nuestra sed de tiempo.
Tu, que has visto nacer a todos los
que fueron y somos, ayúdanos a vivir.

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