Del Libro «Cartas de amor Silvestre y otros Poemas» que la Universidad Nacional Autónoma de México, le publicara en 1979, dentro de la colección «Cuadernos de Poesía:», coordinación de Humanidades/Dirección General de Publicaciones le hiciera a nuestro Amigo El Poeta Ernesto Rangel Domene;
Palabras del silencio
I.-
El mar, me han dicho
es gran arquitecto,
pero, ¿ quién es el mar ?
¿ Y el hombre y el gran silencio
nocturno bajo las aguas
y el insondable mar del cielo
y todas las estrellas o palabras
que murieron
y estas palabras que yo digo,
que se acumulan en osario y cementerio?
Apenas vuelto a nacer
el verbo es duro y pétreo,
como esta tierra que germina y canta
y en la que estamos solos, rodeados de misterio.
II.-
Respeto el silencio
porque en él crece la flor sagrada
que guarda la secreta historia
del corazón que canta
y porque es la semilla
de la palabra.
III.-
Con razón el silencio es temible y hermoso
aliado del olvido, la noche y la angustia
de la muerte y la luz y el verso misterioso
como de la palabra, y de la música.
Todo lo que callamos por dentro nos habla,
todo lo que decimos un hueco nos deja.
Ante el amor por ti mi corazón no alcanza
a poner en mis labios la voz ni la queja.
Por eso a mi tristeza acuda tu alegría
que callar no es posible y a decir aprendemos
en nuestra soledad del mundo compartida,
que a veces en los ojos sucede el encuentro
y las palabras sobran, cuando más explican
los labios que se besan en dulce silencio.
IV.-
Mi corazón perdido aullaba
perro en la noche de la soledad:
nadie veía su pena en las tinieblas
y no dejaba de ladrar.
V.-
Ante el espejo
que un día te vio y ya no te recuerda
columna de aire hueco
helada soledad pletórica
páramo de silencios
me asomo una vez más
y no te encuentro.
VI.-
¡Esto de andar buscando al porvenir
un rostro que no tiene
cuando es un sueño
el presente
y ayer
se desvanece!
VII.-
Los que tocamos la sima negra
del pozo en que caímos,
sabemos de la ofensa
y del olvido, sabemos que la locura
es profunda tristeza,
que para levantarnos
basta una mano tierna
y una palabra
buena.
VIII.-
Cuando aquellos naranjos
tan sólo eran árboles
del huerto familiar
y sus frutos sin precio
lentamente crecían
sin destino inminente
ni boca presurosa,
cuando aquellos pájaros
cantaban en los pinos
su libertad humilde
sin rejas ni disparos,
mis ojos contemplaban
las cosas puramente:
¡metáforas perversas,
diáfano el pan y el vino!
Mi corazón cantaba
en su dichosa fuente,
sin sospechar siquiera
eternidad y muerte.
IX.-
A veces el poeta, al alba
espera oculto en los ramajes
un vuelo de palomas altas,
para en silencio regresar
los ojos llenos de lágrimas,
vacías sus infructuosas manos
limpias ya de sangre y blancas.
X.-
Ondeé un día muy alto
mi obvia y verde bandera de esperanza
y la cubrieron de gargajos.
Puse unas flores sobre la mesa
y las truncaron.
Sembré otra vez el huerto
y en sal nocturna fue regado.
Escribí un poema. Lo canté, una y mil veces,
y aprendí a seguir cantando
en medio del silencio,
sin embargo.
XI.-
Yo sé que todo poeta solo está
que dos alas pueden ser los labios de la amada,
mas sólo sus labios su verdad dirán.
Y sé también del largo camino que me espera
antes del gran silencio final.
XII.-
¡Que va a cantar el poeta
si su verso no canta
la alegría, el amor
y la esperanza!